Quizás una baldosa por sí sola no podría tener el suficiente valor para ser considerada una obra de arte. Pero cuando ésta se fragmenta y se usan sus partes para integrarse con otras baldosas de otros colores, entonces estamos siendo testigos de una técnica artística denominada como mosaico: una palabra que en latín refiere a las musas, ya que en la Antigüedad se pensaba que este tipo de elaboraciones solo podían ser creadas por las musas o por personas inspiradas por ellas.
Hoy en día se conservan obras cuyo origen datan de las épocas tanto de la Antigua Grecia como del mismo Imperio Romano, sin descartar por supuesto, las artesanales creaciones de los árabes de la misma época. En el país de Irán, por ejemplo, existen numerosas tumbas de escritores y artistas que poseen esculturas adornadas con la misma técnica que nos hace pensar las escamas de un pez o en la rígida textura de la piel de un cocodrilo.
Actualmente, esta técnica representa una de las tendencias más empleadas en el mundo de la alfarería moderna. Pero entonces:
¿Por qué si esta es una técnica antigua que produjo obras fascinantes y singulares en otra época, puede considerarse en la actualidad como una tendencia contemporánea?
La pregunta podría pasar por ingenua: de la misma manera que alguien puede atreverse a cuestionar por qué la literatura sigue conservando el estilo de la prosa para redactar las novelas o por qué en las orquestas sinfónicas sigue teniendo en cuenta la participación un instrumento tan milenario como la guitarra.
La respuesta se halla en el contexto en el que fueron elaboradas y en la intención de sus creadores. En la Antigüedad, las obras que retrataban figuras históricas como Alejandro Magno o los dioses de la mitología griega como Zeus, recogían los valores de una época, respondiendo así a unos intereses políticos que definían la forma exacta de ver y asimilar la realidad. Es por ello que existen obras que servían a los ciudadanos de ese periodo para percibir su rol como campesinos o la ferocidad de los leones devorándose a los cristianos en el Circo Romano.
Ahora bien, el mosaico se convierte en una tendencia contemporánea desde el mismo momento en que el creador de la obra es libre de exponer las temáticas e ideas que confrontarán al observador de la misma.
El crítico de arte JoAnn Locktov, describe a la perfección esta idea, cuando reflexiona sobre la obra del ceramista brasileño Marcelo de Melo: “En el mundo irreverente de Marcelo de Melo, los mosaicos son un punto de partida para sus ideas y percepciones. Bajo la extensión de los límites de las técnicas tradicionales, Melo utiliza los materiales no sólo como un fin en sí mismo, sino para estimular las ideas que van más allá de visualización de los parámetros físicos de la obra”.
Así, su lógica escapa tanto a los intereses de un periodo histórico, como también a la tendencia decorativa que puedes encontrar en la sala de tu casa. El mosaico contemporáneo supera las barreras de su pasado milenario para ofrecer otra manera de percibir el mundo, al mismo tiempo que nos plantea una cuestión existencial.
Si pinchas AQUÍ podrás ver un video de Marcelo de Melo
El artista contemporáneo que trabaja con la técnica del mosaico tiene actualmente dos opciones. La primera de ellas es solicitar a una empresa de cerámica (la misma que produce las baldosas con diferentes diseños a gran escala) que se haga cargo de generar en diversas baldosas el dibujo que tiene en mente. Y aunque esta petición quede en manos de cumplirse en otras manos, el artista sigue siendo dueño exclusivo de los derechos de su obra, ya que en el mundo de la estética y el arte, es la idea lo que se sobrepone a la forma: de la misma manera que las singulares obras del arquitecto Gaudi fueron plasmadas por él en un papel, mientras un grupo de constructores e ingenieros se hicieron cargo de convertirlas en una realidad. Esta posibilidad aplica más que todo para las obras de gran tamaño, donde el artista emplea las baldosas para que estas se conviertan en el lienzo donde plasmará su idea.
La segunda opción, que es lo más usada por los ceramistas de vanguardia, es tomarse el tiempo para elaborar cada pieza, para luego utilizar las resinas adecuadas para proteger el color del material de trabajo, lo que evita la oxidación y la pérdida progresiva de los tonos. Con esta segunda opción el ceramista tiene una oportunidad más de potencializar su idea y es la de emplear el material para darle forma a una escultura, dejando de lado el modelo tradicional.
Lo cierto es que por muy contemporánea que sea esta tendencia en la cerámica, los mosaicos le rendirán para siempre un enorme culto al oficio milenario de la alfarería. Para comprobarlo solo hace falta que observes el siguiente video: https://www.youtube.com/watch?v=AA02PEJFgjA